
MI PRIMER REPORTAJE
Haití era un país a caballo entre la anarquía y la supervivencia. Sus caminos, como sus habitantes, eran sencillos y tortuosos. Siempre existía la posibilidad de aventurarse por ellos aunque, en la práctica, era una tarea de titanes desplazarse por el interior de un país sin medios propios. La climatología, como sus gentes, es de naturaleza violenta. Pero aunque en las tormentas de esa tierra de promisión, casi siempre había una zona del cielo despejada. Ahora un seismo a aplastado a cuatro millones de habitantes y, de momento, desaparecen bajo las ruínas la menor esperanza de levantar, por una vez, la cabeza.
La sempiterna provisionalidad de Haití era la revancha de la comunidad internacional por osadía de ser la primera nación de esclavos que se reveló contra los opresores blancos. Por su pecado todavía no expurgado esta porción de isla se convirtió en un presidio para sus habitantes, una cámara de los horrores comparado con el lujo y los medios de algunos idílicos rincones de la otra mitad, la República Dominicana.
Cabo Verde fue uno de esos reportajes que demuestran que no hay que viajar con excesivas ideas preconcebidas. Cada una de las islas de este paradisíaco archipiélago recuerda una región de África, en versión “light”. Perfecta para alguien que se quiera iniciar en el continente negro con un sencillo y fácil viaje de prueba
Os podría hablar de los desérticos paisajes de la isla de la Sal; o de la cordillera que parte en dos la isla de Santiago, o de la belleza de la isla de San Vicente… pero esta información la encontraréis fácilmente en internet.
Lo que me llamó la atención viajando por Cabo Verde fue una pasión no indicada en las guías de viaje: la afición al fútbol, omnipresente en todas las islas. La misión de un reportero, o de cualquiera que aspire a sorprender a los lectores y, antes que a ellos, al propio “staff” de la revista, es obtener material “imprevisto”. Aspectos de la vida cotidiana que rebasen los tópicos de las playas con palmeras, los mercados “coloristas” y las fotos de cocineros mostrando platos típicos. No quiero decir que, con frecuencia, las revistas esperan este tipo de imágenes si se trata de un reportaje turístico, pero cualquier sorpresa que funcione bien en maqueta, será bienvenida.
Una de las virtudes que los editores gráficos aprecian más en los fotógrafos, además de su estilo cuando ejercen su oficio, es su capacidad de volver con imágenes que desvelen el espíritu del lugar. Lo que en inglés se denomina “the sense of the place”.
La propuesta de Cabo Verde y la afición de los lugareños por el fútbol; un deporte que estará especialmente de moda en 2010, cuando se celebren los Mundiales en Sudáfrica, le gustaron al editor gráfico de VIAJAR.
Resultado: una doble página con escenas de balompié y varias imágenes a buen tamaño de este deporte. Y es que, en fotografía de viajes, hay que ser un poco periodista, aplicar principios básicos de sociología e incluso inmergirse en la antropología en ocasiones. Y eso sin contar un montón de exigencias más que comentaremos en otras entradas.
Decidí emprender este tema como un ejercicio personal. Me explico. En fotoperiodismo, habitualmente, trabajas en espacios cerrados: habitaciones, edificios, pequeños locales, tramos muy concretos de calle… pero tenía pendiente el reto de enfrentarme a grandes espacios. Habida cuenta que al Rocío concurrían por aquel entonces unas cien Hermandades desde diferentes puntos de la península, la romería era el campo de ensayo ideal para dormir en tiendas de campaña, caminar horas, trabajar con un equipo liviano y enfrentarme a cientos de hectáreas de extensión (y nubes de polvo) equipado con un par de ligeras Leica y dos objetivos: un 28 y un 35 mm.
Hice en total tres viajes. En el primero conocí al gran reportero Luís de Vega, corresponsal de ABC en África. Un gigante como persona, como amigo, como fotógrafo, como narrador de chistes y como escritor. Posee uno de los blogs más interesantes que conozco, especialmente por sus historias marroquíes. Un país tan próximo y desconocido para nosotros. Luís es el único que ha conseguido publicar un maravilloso libro sobre el Rocío, con impresionantes imágenes en blanco y negro que certifica su maestría como fotógrafo.
El segundo viaje lo hice en compañía del que era por aquel entonces mi ayudante Vicenç Fenollosa. Tras muchos años ejerciendo la fotografía se encuentra más cómodo en los estudios radiofónicos de Onda Cero en Ibiza. Ya se sabe, la fotografía profesional, tal como la hemos conocido hasta ahora, está en plena transformación. En esta ocasión quedé con Luís en la población de Almonte. Me encontraba parado en una esquina para tomar la foto de más abajo. Viendo que llegaría tarde a la cita, le rogué a Vicenç que avisara a Luís de mi retraso. Lo encontró justo cuando un amigo, que iba con él, comentaba: “Hay un joputa en la esquina con dos Leicas…”. Luís, apercibido que Vicenç había escuchado sus palabras contestó sin inmutarse: “Sí, el amigo de éste”.
Valga este párrafo para felicitar a Leica por la mejor campaña de marketing de todos los tiempos. Publicar un montón de fotos excelentes de grandes maestros con el eslogan: “Hecho con Leica” ha conseguido incrustar en el cerebro de muchas personas la conclusión de que, si usas esta cámara, obtienes los mismos resultados que ellos. Quizás más limitadito, yo tardé tres años en tomarle el tranquillo. Eso sí, he oído muchas veces la frase: "con lo que vale esta cámara, yo también haría buenas fotos".
En mi tercera escapada se incorporaron otros dos fotógrafos de lujo: Txema Salvans y Rosina Ramírez. Llegamos al Rocío atravesando el Parque de Doñana, con las ruedas desinfladas para andar sobre las dunas. Los otros dos años habíamos hecho el camino siguiendo la ruta de Huelva y Sevilla respectivamente. A Rosina, por ejemplo, le robaron la cartera dentro de la ermita del Rocío, aprovechando el desbarajuste que sigue al rapto de la virgen.
Aparte de lo que aprendí como fotógrafo en estos tres viajes, mi táctica para financiar los gastos de producción del reportaje fue, cada año, publicarlo en una revista de mayor difusión. El primero el tema apareció en una revista corporativa. Con el dinero que me pagaron, financié el segundo viaje y publiqué el tema en Altair, usando fotografías de los dos reportajes. Con las ganancias pude pagar la tercera “expedición” y el tema apareció tanto en Viajar como en “El Magazine”, ahora con tres años de imágenes. Cuando no se nace con recursos hay que constreñir el cerebro para conseguir buenos resultados; una estrategia todavía vigente y que me parece fundamental en este oficio.
Lo que os quería comentar de este reportaje es un tema que surge a menudo en mis talleres. Acostumbrado a la película calibrada para luz de día, cuando trabajo en digital prefiero que la cámara actúe también de esta manera. Nunca en automático. Si deseo eliminar la dominante, tiempo tendré en el ordenador para aplicar el software necesario. Pero no quiero que la cámara decida por mí el aspecto que persigo en mis fotografías ¿Por qué? La razón es que me gusta que las dominantes de la luz, tanto natural como artificial, proporcionen una cierta personalidad a mis imágenes.
Siendo blancos, tanto el hielo como la nieve, para darle un cierto contenido gráfico a los hoteles este planteamiento resultó especialmente efectivo.
¡Ah! Y un comentario final: protegido con trajes de neopreno, anorak de pluma, camisetas de felpa y todo lo que encontré en el armario para fotografiar entre 15 y 35 bajo cero… lo cierto es que nunca he pasado tanto calor como en aquellos cálidos interiores árticos en los que entrabas como si fueras el muñeco de Michelin. La noche salía por unos 300 € y no hay peligro de incendios.
Por descontado que con esas limitaciones pude obtener pocas imágenes espontáneas, pero también conté con la ventaja de acceso sin grandes problemas a la mayor parte de lugares que sugerí como, por ejemplo, la facultad de Bellas Artes, y pude volar en un desvencijado avión sobre Varadero. En contrapartida mi solicitud de conseguir algunas imágenes sobre santería nunca fue atendida con interés. Siempre surgía algún imprevisto que nos impidió acudir a la ceremonia prometida.
No fue un reportaje especialmente interesante pero aprendí algo que he verificado con el tiempo: cuando más limitaciones te imponen (o te auto-impones) en tu trabajo, peores son los resultados. Las listas de temas a fotografiar suelen ser un antídoto contra las buenas fotografías.
Al cabo de varios años el Magazine me dio un cometido parecido. Pero los tiempos habían cambiado. Ya no había presupuesto para largos seguimientos o quizás ya no estaban de moda. Me proporcionaron una serie de cartas que los lectores habían escrito –respondiendo a un llamamiento de la publicación, en busca de testimonios de familiares de fallecidos por accidentes de tráfico- y Manuel Prieto comentó: “Ahí tienes las direcciones. Hay gente de toda España. Contacta con media docena y les tomas fotografías. Su retrato aparecerá ilustrando sus testimonios”.
De manera que la segunda versión del reportaje ya no fue una crónica, si no una serie de retratos de personas que habían padecido una tragedia. La mayoría de los fotografiados lloró mientras rememoraban la experiencia y yo, con la máxima delicadeza que fui capaz (y con su consentimiento) fotografié discretamente ese momento íntimo.
Este tema inauguró, para mí, el despliegue de rostros con que se ilustran la mayoría de reportajes en la actualidad. Una producción más económica y que se materializa en un periodo más corto de tiempo. La productividad llegó, finalmente, al fotoperiodismo.
Uno de los mejores elogios de mi trabajo procede de Josep Carles Ríus, el entonces director del Magazine: “Felicidades –me dijo, después de ver las imágenes -era un encargo envenenado”.
Pero yo sigo prefiriendo el viejo estilo... participar en la acción para informar, aunque...
... la ambulancia en la que viajé tuvo un accidente al cabo de unos días en Lleida y sus ocupantes estuvieron de baja un año, recuperándose de las heridas. Todo conlleva su riesgo.
De manera que no conseguí estrictamente lo que buscaba... pero confío que, si conocéis alguna fiesta de características curiosas, seáis tan amables de reseñarlo en el blog, o escribirme a: