Cuándo El País Semanal me llamó para proponerme el tema, parecía una historia de despropósitos. Era finales de julio y necesitaban las imágenes en una semana. Pero, cuando me explicaron que se trataba de captar la vida de una prostituta que hacía la calle en el barrio más difícil de Barcelona, no pude por menos que protestar –aunque sin demasiada convicción, no fuera que se lo tomaran a mal- “¡oye, pero el barrio chino está plagado de traficantes de droga, de macarras, de chorizos, de indocumentados y de mujeres víctimas de mafias de la prostitución y de sus respectivos miembros. Uno no puede, en tres días, fotografiar libremente en estas calles sin que alguien te haga tragar la cámara…!" -"Habla con Marga, ella ha aceptado que la fotografíes". Y aquí se acabó la conversación con Jordi Socías.
Cuando me despedí de Marga le hice una última foto. Allí estaba, frente a la sordidez de su escalera, con su traje de trabajo, cansada, diciéndome adiós para siempre. Fue la portada. En El País, cuando vieron las imágenes, me dijeron “está muy bien pero, oye, has pedido permiso por escrito a la gente que está en la calle? -¿Pero cómo quieres que alguien que se ha ido de putas le pida que me firme un permiso? ¿No queríais la vida de una prostituta de esquinas…? La gente que aparece está en la calle y los derechos de imagen son muy relativos en la vía pública. Ya sabes…
Al final, Marga, que en realidad se llamaba Olga, se hizo bastante popular y, en el año 2006, recogió un Goya concedido a Manu Chao por la canción “Me llaman calle”, de la película “Princesas”. Su trabajo lo lleva mal a la vista de las restricciones del ayuntamiento de Barcelona contra la prostitución pública. ¿Qué pasaría sin ellas?
En realidad no vi a Marga por la labor, el primer día que nos entrevistamos. Imagino que calculaba si la celebridad le compensaría el esfuerzo de tener un mirón con una cámara apostado a diez metros de ella y ahuyentando a sus posibles clientes. Marga me explicó que tenía una hija y me presentó a algunos de sus mejores amigos. Ella tenía una parte altruista que Juan José Millás había captado perfectamente. Colaboraba con la asociación LICIT, entre otras cosas, repartiendo condones de franco; era una madraza; le gustaba su trabajo -que combinaba con labores de limpieza de un hotel- y, por las mañanas, aguardaba que se hiciera de día para despertar a su hija y llevarla al colegio. La pobre estaba hecha polvo.
Cuando me despedí de Marga le hice una última foto. Allí estaba, frente a la sordidez de su escalera, con su traje de trabajo, cansada, diciéndome adiós para siempre. Fue la portada. En El País, cuando vieron las imágenes, me dijeron “está muy bien pero, oye, has pedido permiso por escrito a la gente que está en la calle? -¿Pero cómo quieres que alguien que se ha ido de putas le pida que me firme un permiso? ¿No queríais la vida de una prostituta de esquinas…? La gente que aparece está en la calle y los derechos de imagen son muy relativos en la vía pública. Ya sabes…
Al final, Marga, que en realidad se llamaba Olga, se hizo bastante popular y, en el año 2006, recogió un Goya concedido a Manu Chao por la canción “Me llaman calle”, de la película “Princesas”. Su trabajo lo lleva mal a la vista de las restricciones del ayuntamiento de Barcelona contra la prostitución pública. ¿Qué pasaría sin ellas?
Hola Tino, pertenezco a una asociación de niños con cancer de Castilla la Mancha,AFANION ha sido idea mia que tu exposición de EL FUTURO EXISTE viniera a Ciudad Real, quiero que sepas que me encantan las fotos, una madre de niño oncológico no se impresiona con muchas de ellas, siempre es duro verlas pero eso está ahí y sucede a diario, aunque muchos se den la vuelta para no verlo.Ha sido un subidón ver a la misma nena antes y despues, lo comentaré allí en la exposición, me gustaria traer todas tus exposiciones para que todos puedan ver como trabajas.Un cordial saludo de una fans tuya.
ResponderEliminarFantastico reportaje Tino.
ResponderEliminarEs una delicia pasear por este blog y conocer tus experiencias con sus correspondientes anecdotas.
Un saludo.